"Sabemos que todo lo escrito en tiempos pasados se escribió para nuestra instrucción, a fin de que mantengamos firme la esperanza, mediante la constancia y el consuelo que infunden las Escrituras"
Romanos 15,4-6
La opción de vida que ofrece el
cristianismo, se fundamenta en un conjunto de valores aportados por Cristo a la
humanidad. Parte de la base, de que Dios se ha comunicado con el hombre a lo
largo de la historia a través de distintas personas, quienes a su vez, se han
encargado de transmitir el mensaje de Dios al resto de los hombres. Del pueblo judío,
pueblo especialmente amado por Dios, surge la persona de Cristo, quien con sus
enseñanzas logra transformar radicalmente la civilización occidental.
Cristo habla con autoridad, con
absoluta seguridad y con el ejemplo, sobre la vida después de la muerte.
Resucita a varias personas, y el mismo, después de muerto, vuelve a la vida
terrenal y se comunica con sus discípulos. No solamente ofrece la certeza de
otra vida después de la muerte, sino que la ofrece como vida eterna,
inacabable, para quien la quiera.
El señala un camino para llegar a
ese destino. Enseña lo que el hombre debe "ser" y tiene que
"hacer" para lograrlo. Muestra cuales son los "principios" y los "valores" que rigen el
comportamiento y la actitud del hombre
ante la vida; cual debe ser su conducta para estar en sintonía con el proyecto
de vida eterna que ha manifestado Dios.
Habla del amor de Dios, como Padre;
de la reconciliación y el perdón, del arrepentimiento; de una nueva alianza; de
una vida perdurable.
Cristo se presenta como “Hijo de
Dios”, como el Mesías tan anunciado por los profetas, y esperado por el pueblo
judío. Fueron pocos, sin embargo, quienes le creyeron realmente en su época y
el mismo pueblo judío, guiado y alentado por sus sacerdotes, lo condena a muerte,
por sacrílego.
Que se sepa, no nació, ni vivió en
palacios. No fue hijo de reyes. No conoció las riquezas materiales, ni recibió
educación especial. No obtuvo el título de sacerdote, ni de maestro, ni
filósofo, ni de doctor en leyes. No fue príncipe, ni gobernante.
Por el contrario, nació arrimado en
un pesebre en Belén; su entrada “triunfal” a Jerusalén fue a lomos de un
pequeño asno, prestado. Su “coronación” como rey, se hizo en medio de las más
grotescas burlas y ofensas. Su muerte, crucificado junto a dos ladrones.
Sufrió en persona los mayores
desprecios y la humillación.
En Roma, capital del mundo para
aquel entonces y centro de la cultura occidental, no se enterarían de su
existencia sino muchos años después de su muerte.
¿Cómo se puede explicar que su enseñanza
haya cobrado tanta fuerza e importancia a lo largo del tiempo, hasta llegar
inclusive a dividir la historia occidental en “antes y después" de Cristo?
¿Por qué?
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