Anotaciones en el camino...

Los cristianos tenemos un gran mandamiento: Amar a Dios por encima de todas las cosas. Para ello, primero hay que creer en Él y conocerlo; buscarlo y encontrarlo. Estas Anotaciones son solo una invitación para que realices, si no lo has hecho antes, tu propia búsqueda de Dios, de su Palabra, de su Espíritu y puedas conocerlo y amarlo personalmente. Lo que importa es que emprendas ese camino de búsqueda y escribas tus propias anotaciones y las guardes siempre en tu mente y tu corazón.

Un camino lleno de dificultades







El camino para llegar hasta el Reino de Dios es difícil, lleno de pruebas, porque Dios quiere estar seguro de nuestra voluntad y motivación para llegar hasta Él. Para eso, es necesario cambiar casi radicalmente nuestra forma de ser y de actuar, se requiere un cambio profundo de nuestro espíritu y de nuestro corazón. 

Y este proceso de cambio tiene sus propias dificultades. El cambio de nuestro espíritu y de nuestro corazón es el camino que mostró Cristo para llegar al Reino de la Paz, donde habita Dios, y se trata de un cambio personal que  debemos realizar conscientes de estar ante la presencia del mismo Dios, y de Cristo, como nuestro único intercesor. 

Es un cambio consciente de que Él, nuestro Dios, está presente ante nosotros y aunque no lo podamos ver, Él estará ahí desde el mismo momento que decidamos seguir el camino hacia su Reino.

Pero irremediablemente, es un camino que deberá tomar cada uno personalmente, nadie más lo puede hacer por nosotros. Podemos buscar y recibir ayuda del mismo Dios y de Cristo, pero  cada uno de nosotros habrá de emprender y tomar su propia decisión de seguir por ese camino de cambio, si es que realmente quiere llegar hasta Dios.

Hay que revestirse  de un nuevo espíritu, del mismo Espíritu de Dios, de su Espíritu Santo, que es un espíritu lleno de amor y bondad, de humildad, de misericordia, paciencia y tolerancia hacia los demás. Apartado de la maldad y de toda violencia. Es el mismo espíritu de santidad de Cristo, que nos mostró con su vida y sus enseñanzas, el Espíritu Santo. Ese es el Espíritu Santo de Dios, que es el mismo Espíritu Santo de Cristo. Y es precisamente ese mismo Espíritu de Santidad, el que Dios y Cristo poseen, el que ellos quieren que nosotros también adoptemos.

Llegaremos al Reino cuando nuestro espíritu sea el mismo espíritu de santidad de Dios y de Cristo. Estaremos en el Reino, cuando aprendamos a vivir con ese mismo espíritu de santidad, cuando seamos santos, como Santos son Dios y Cristo. Y ese es nuestro reto, por supuesto que difícil de alcanzar, pero tenemos la seguridad  de que sí podemos llegar hasta allá, en la medida que persistamos y pongamos toda nuestra voluntad en ese objetivo: nuestra propia santidad de espíritu.

Sabremos que estamos ante la presencia de Dios y en su Reino espiritual, cuando logremos vivir y ser en esta Tierra, tal como si ya estuviéramos viviendo en ese Reino, ante Dios y en la presencia de nuestro único abogado: Cristo.

Desde el momento en que realmente y de manera consciente comenzamos a vivir con el mismo espíritu y corazón de Cristo, que es el mismo Espíritu y Corazón de Dios, su Espíritu Santo, desde ese mismo momento estaremos viviendo en el Reino de la Paz. No es después de la muerte cuando llegamos al Cielo, es en esta vida, y justamente en este mundo, cuando tenemos la oportunidad de llegar hasta Dios, de estar presentes y en contacto directo con Él.

Después de muertos, solo vendrá el juicio sobre lo que hicimos con la vida. Si seguiste el sendero del bien y viviste en este mundo de acuerdo con el espíritu de la bondad, del amor y la humildad, que en esencia es el espíritu de santidad de Dios y de Cristo, despertarás nuevamente y ya de manera definitiva en el Reino, ante la presencia de Dios, quien no solo te resucita, sino que te otorga como premio la Vida Eterna. Si por el contrario, te dejaste llevar por el mal, el odio, la soberbia, y la violencia, dañando y perjudicando a los demás durante tu vida en este mundo, solo serás conducido a la segunda y definitiva muerte.

Lo que diste en esta vida a los demás, te será dado de regreso. Si fuiste misericordioso, recibirás misericordia; si fuiste compasivo, recibirás compasión. Si fuiste indiferente, recibirás indiferencia. Si sembraste odio y separación entre tus hermanos, recibirás ese mismo odio y serás separado definitivamente de los santos.

Solo llegarán y se quedarán en el Reino de Dios, quienes supieron vivir en este mundo guiados por la bondad y apartados de todo vestigio de maldad. Los que siguieron el espíritu del buen samaritano, y no siguieron el ejemplo de aquel levita o del sacerdote, quienes actuaron indiferentes a su prójimo, y que no en balde nos lo narra Cristo en una de sus parábolas.

"Dios ha puesto ante ti el agua y el fuego, lleva tu mano a lo que quieras. Ante el hombre está la vida y la muerte: lo que prefiera cada cual le será dado."(Escl 15,16-17)



Macaira

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