Anotaciones en el camino...

Los cristianos tenemos un gran mandamiento: Amar a Dios por encima de todas las cosas. Para ello, primero hay que creer en Él y conocerlo; buscarlo y encontrarlo. Estas Anotaciones son solo una invitación para que realices, si no lo has hecho antes, tu propia búsqueda de Dios, de su Palabra, de su Espíritu y puedas conocerlo y amarlo personalmente. Lo que importa es que emprendas ese camino de búsqueda y escribas tus propias anotaciones y las guardes siempre en tu mente y tu corazón.

Mi religión



Busca a Dios en donde creas que pueda estar. Pero búscalo.

No ignores su existencia, porque tu vida y todo lo que te rodea no surgieron de la nada, ni de manera espontánea.

Hay lógicamente alguna inteligencia superior a la nuestra, que puede explicarnos todo aquello que por nuestras limitaciones no podemos entender.

Busca a Dios, ése es el objetivo. Si lo encuentras, seguramente te alegrarás.

Si no lo encuentras,  es simplemente porque no te propusiste hacerlo de verdad. Dios se manifiesta a quienes lo buscan con sinceridad y humildad.

Haz que tu vida sea un camino para encontrarte con Dios.

Dios se encuentra en todo lo que nos rodea, se manifiesta constantemente, aunque no lo veamos, ni lo podamos comprender del todo.

A medida que te vayas acercando a Él, sin dudas sentirás su presencia y en algún momento sabrás y te percatarás que ciertamente está muy cerca de ti.

Si lo buscas a través de las palabras de Jesús, los profetas y sus apóstoles, las cuales están escritas en la  Biblia,  verás cómo poco a poco se irá encendiendo una luz que iluminará toda tu mente y fortalecerá continuamente tu espíritu y tu corazón.

La búsqueda de Dios es un esfuerzo personal, de cada  uno de nosotros. Nadie lo puede hacer por ti, ni por mí, ni por otro.

Es tu propia voluntad y tu fe ante el Creador, lo que realmente cuenta. Esa es la verdadera religión, la manera como logras personalmente comunicarte, entenderte y vivir con tu Creador.

Cuando decidas ir hacia Él, Él también irá a tu encuentro. Será tu maestro, tu guía. Él directamente se hará cargo de ti, mientras no lo abandones.

Dios ama a sus creaturas y les da vida eterna a quienes finalmente lo encuentran y conviven de acuerdo con sus enseñanzas, con el mismo espíritu de santidad, de humildad y amor, que nos mostró a través de las palabras y el ejemplo de vida de Jesús de Nazaret.

Debemos hacer de nuestra vida un camino que nos conduce hasta Él. Solo basta que decidamos hacerlo y pongamos nuestra voluntad en lograrlo.

Dios nos alienta y nos espera siempre con todo su amor paternal, hasta que finalmente logremos perfeccionar la comunicación de nuestro espíritu con su Espíritu, y tengamos con Él un mismo y único espíritu de santidad.

Con Cristo surgió una nueva Alianza de Dios. Solo existirá un Templo, el gran Templo Espiritual conformado por todos los espíritus de quienes creen en Él, lo aman y siguen verdaderamente sus enseñanzas.

Los Templos materiales desaparecerán y no se hallarán más en su Reino.

No habrá Sumos Pontífices, ni intercesores ante Dios, más que Cristo, su Hijo.

No hay otro Santo Padre, más que el mismo Dios.

No hay sacerdotes,  ni levitas. Todos los seres humanos estamos al mismo nivel ante los ojos de Dios.
Nuestra religión consiste en aprender y seguir las palabras que nos enseñó Cristo.  Hay que seguir a Dios a través de las palabras de Cristo, que encontramos escritas en la Biblia.

Todo lo demás desaparecerá en virtud de la nueva Alianza de Dios: los ritos, cultos, sacramentos, ofrendas, sacrificios, ceremonias, altares y templos materiales. Nada de eso proviene, ni es mandato de Dios, ni de Cristo, de acuerdo con la nueva Alianza.

Todo eso, desaparece según la nueva Alianza porque no son mandatos de Dios.

Dios amará a quien lo ame sinceramente y con honestidad, y se apartará de quienes se aparten de Él.

A la salvación y el Reino se llega solamente a través de  una persona: Cristo; mediante la Gracia que nos concede Dios por Amor de su Hijo; y por nuestra propia conversión, al adoptar un nuevo espíritu y un corazón de santidad, siguiendo las enseñanzas de Dios.

Convertirnos significa que dejamos de ser lo que éramos antes y vivimos ahora con un espíritu renovado y de santidad.

Dios no pide  ofrendas, sino que seamos generosos con los demás.

Dios se comunica directamente con aquellos a quienes ama, y en su debido momento se hará sentir.
El Reino de Dios no está aquí o allá, porque ese Reino se encuentra dentro de nosotros.

Estaremos en el Reino de Dios cuando hayamos adoptado y vivamos de acuerdo con el espíritu de santidad de Dios, el que nos mostró Cristo con sus palabras y su ejemplo, tanto en su vida pública como en su vida privada.

Nada que sea distinto a lo que Cristo nos enseñó, proviene de Dios. Estemos claro con eso.

El camino que nos conduce a Dios es el camino de nuestra propia conversión de espíritu. 

Y ese camino es  el que nos mostró Cristo. No es un camino fácil, pero no hay otro que nos conduzca a nuestro Dios Padre.

Vivir en el Reino de Dios es vivir en esta vida terrenal conforme a los mandatos de Dios, con un espíritu de verdadera fraternidad, humildad y generosidad, tal como lo hizo el buen samaritano, y no como el levita y sacerdote que siguieron de largo su camino sin atender a quien realmente los necesitaba.

No es difícil saber quiénes están con Dios y quiénes no. Observa solamente lo que dicen y cómo viven.

Hay que vivir lejos de la codicia, la envidia, la vanidad y la soberbia. Nuestra religión se hace visible en la forma como vivimos y nos relacionamos con los demás.

Hay que vivir con bondad y apartándonos de la maldad, sea donde sea que ésta se encuentre.

En nosotros no debe haber violencia de ninguna clase, solo el esfuerzo diario de convertirnos y mantener nuestro espíritu como el mismo Espíritu Santo de Cristo y de Dios.

En esto creo firmemente, son mis creencias y mi única religión.









Macaira

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